martes, 29 de octubre de 2013
POMPEYA !
El Vesubio acompaña al tren en su recorrido. Siempre está ahí, latente, en el paisaje. El circumvesuviano une Nápoles con Sorrento, pero a mitad de camino desciende una horda de gente: Pompeya es el sitio arqueológico más importante de Europa. Es la huella más viva de un pueblo que albergó a 20.000 personas.
Llegar a las 8.30, cuando las ruinas se abren al público, no es sinónimo de entrar primero. A esa hora ya hay gente. La entrada principal es Porta Marina, a metros de la estación de tren. Aquí se pueden alquilar audioguías por 6,5 euros, o también contratar uno de los tantos tours guiados en español. Para llegar a comprender las ruinas conviene optar por alguno de los dos. Con zapatos cómodos y una botella de agua es tiempo de empezar el recorrido.
Un pantallazo general de Pompeya toma unas seis horas. El objetivo es cubrir los puntos clave y alcanzar a entender cómo era esta ciudad hace casi dos milenios. En el año 62 d.C. había sido castigada por un terremoto y se encontraba en un período de reconstrucción. Pero ese volcán, que sobresale en el paisaje detrás de un velo grisáceo, se enfureció una mañana del 79, cuando sepultó en lava y ceniza las ciudades que lo rodeaban. El Vesubio todavía está activo.
Pompeya quedó entonces suspendida en el tiempo. Desde 1748, cuando empezaron las excavaciones, volvió a resucitar literalmente de las cenizas, y enseña a cada paso cómo era la vida hace dos mil años.
Originalmente, la ciudad estaba rodeada de un muro de tres kilómetros y ocho puertas. Porta Marina tenía un canal que conducía al puerto, lo que permitía que atracaran los buques mercantes para recoger productos agrícolas y las manufacturas de la ciudad.
Justamente desde Porta Marina empieza el recorrido por los principales puntos.
Villa de los Misterios: al ingresar hay que tomar la primera calle a la izquierda hasta el fondo. Es una villa en las afueras del núcleo urbano de la ciudad, pero famosa por la belleza de sus frescos. Es una edificación misteriosa, que aún conserva parte de las pinturas de las paredes. Los historiadores no se han puesto de acuerdo en la interpretación de sus bellos murales, únicos en Pompeya.
La Casa del Fauno: una de las casas más lujosas y aristocráticas de Pompeya. Aquí se encontró el mosaico de Issos, obra que retrata una batalla de Alejandro Magno formada por más de un millón de diminutas teselas. Fue descubierta en un dormitorio. Se cree que esta casa fue construida a poco de que los romanos conquistaran Pompeya, y ha sido la residencia de uno de los nuevos jerarcas. El tamaño de aquella obra, que hoy se muestra en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, habla del poder y la opulencia del ocupante de la casa.
Burdel: sobre la calle Vicolo del Lupanare, este es el edificio más visitado con sus frescos eróticos mostrando diversas posturas sexuales. Aquí transcurría la relajada vida sexual de Pompeya. El interior consiste en cinco cubículos con sus explícitas pinturas y grafitis de clientes.
Foro: centro cívico y corazón de la vida comercial de Pompeya. Es un espacio abierto con forma rectangular rodeado de varios edificios públicos importantes. Desde aquí se podía acceder a la basílica, el Templo de Júpiter, el Templo de Apolo, el mercado y las termas. En uno de los laterales y tras las rejas se pueden ver cuerpos en el momento de la erupción, gracias a la técnica descubierta por Giuseppe Fiorelli de los famosos calcos a partir de 1860. Estos moldes de yeso se obtienen rellenando el vacío que la descomposición de la carne dejaba en el estrato de ceniza.
Detrás y muy cerca del foro está la única confitería. Si hay hambre es el momento oportuno para hacer una pausa y comer.
Termas Estabianas: llamadas así por estar en el cruce de la Vía de la Abundancia (Via dell'Abbondanza) y la Vía Estabiana (Via Stabiana), permiten espiar cómo eran los baños romanos. Estaba compuesta por una sección masculina y otra femenina, con cuartos ricamente decorados (el sector de los hombres, mucho más). Tenía un sofisticado sistema de calefacción: el aire caliente circulaba bajo el piso y entre las paredes. Los usuarios tenían una sala de vestir (apodyterium), una sala con piscina de agua fría (frigidarium), una sala templada (tepidarium) y una muy calefaccionada (calidarium), dotada de una bañera para agua caliente y de una fuente con agua tibia. Fue un lugar de reunión.
Teatro grande y pequeño teatro: hacer dos teatros para sentar a 5000 y 1300 personas, respectivamente, habla de la importancia que tenía para los pompeyanos el entretenimiento. El más grande data de la primera mitad del siglo II a.C. y fue construido a la manera del mundo griego aprovechando la pendiente natural de una colina, y con una excelente acústica. El espacio reservado a los espectadores estaba dividido en tres órdenes de gradas de mármol y el escenario tenía las tres puertas clásicas de entrada para los actores.
El pequeño teatro está al lado. Data del 75 a.C y es enteramente romano por su forma estrictamente semicircular. Aquí se recitaban poesías y se daban espectáculos musicales pequeños.
Anfiteatro: al fondo de la Via di Castricio se encuentra el anfiteatro más antiguo del mundo, 150 años más viejo que el Coliseo romano. Similar, pero más pequeño y mejor conservado, impresiona por dentro y por fuera. Tenía unas dimensiones de 135 x 104 metros, y una capacidad para 20.000 espectadores. Se puede ingresar a la zona de la arena, y girar 360° para recrear mentalmente cómo debían ser los espectáculos de gladiadores en Pompeya. Se ven las primeras gradas, ya que las más altas están tapadas de pasto prolijamente cortado. Está alejado de la entrada, pero vale la pena llegar hasta ahí.
Sinceridad en el turismo, ¿la antipublicidad?
Hace 50 años, Avis revolucionaba el mundo de la publicidad con una campaña que los gurús del marketing citan al día de hoy: Somos los segundos, por eso nos esforzamos más. No sólo rompía con el tradicional discurso publicitario hiperbólico y exaltador, sino que transmitía una muy valorada y bienvenida sinceridad.
Medio siglo después, ciertos anuncios turísticos parecen rescatar aquella vieja pero exitosa fórmula. Apuntan a un público cansado de los comerciales con familias lindas y felices, dentaduras brillosas y un abuso de la palabra paraíso, haciendo de la honestidad su punto fuerte.
Los brochures de los centros de esquí checos (sí, ¡también se puede esquiar en el país de la cerveza y los pueblitos de cuento !), por ejemplo, promocionan sus pistas como ideales para esquiadores no muy calificados, donde se puede gozar de paisajes sobrecogedores mientras se lucha por deslizarse en pistas algo simplonas y con poca pendiente, aunque a precios muy convenientes.
Si de economía de bolsillo se trata, el Hans Brinker Budget Hotel, un desvencijado pero barato hostal de Amsterdam, es un caso famoso de antipublicidad y, de paso, de estudio. El reducto de mochileros señala estar "orgulloso de venir decepcionando a sus clientes desde hace 40 años", al tiempo que lanza una seguidilla de esloganes del tipo Mejore su sistema inmunológico, Pague por una cama que no querrá usar o Somos los mejores en ignorar sus quejas. El sarcasmo parece funcionar a la perfección, ya que la lista de espera para alojarse en el hostal es sorprendentemente abultada, y los comentarios en TripAdvisor son, cuanto menos, elogiosos (No hace honor a su reputación, no fue tan malo como esperaba, se queja por ejemplo un turista).
Hace un par de años, West Virginia lanzó un eslogan que rezaba Whatever you do, don't come to West Virginia (Hagas lo que hagas, no vengas a West Virginia), que definitivamente puso en el mapa al montañoso estado norteamericano.
Claro que, a veces, la publicidad arriesgada no arroja los resultados esperados. En 2006, Australia gastó 180 millones de dólares en una campaña que fue muy comentada alrededor del mundo, pero que no se tradujo en un aumento del número de visitantes al país.
Con un título provocador, Where the bloody hell are you? (algo así como ¿Dónde diablos estás?), el anuncio replanteaba los clásicos conceptos de distancia e ironizaba sobre lo lejos que quedan los países del hemisferio norte. Pero no fue eso lo que molestó a las llamadas naciones desarrolladas, sino el uso ofensivo del lenguaje. De hecho, la campaña fue prohibida en Gran Bretaña y Canadá, mientras que en Singapur se reprodujo con un más suave ¿Dónde estás?
Después de aquel fracaso resonante, el país de los canguros optó por una consigna más conservadora y ahora se presenta con un simple There's nothing like Australia (No hay nada como Australia).
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